El proceso de desarrollo de un medicamento puede dividirse en cuatro fases; investigación básica, preclínica, clínica y post-marketing. Durante la primera etapa de investigación básica se investigan los mecanismos fisiopatológicos y las posibles dianas para fármacos o algunas moléculas. Esta investigación se lleva a cabo mayoritariamente en universidades o centros de investigación pública. Como explica el anterior jefe global de investigación de Novartis Pharma AG, Dr Paul Herrling, el modelo actual se resume en que los fondos públicos financian la investigación básica para que las compañías privadas la conviertan en tecnologías y medicamentos, pero solo si hay una probabilidad razonable de rendimiento (económico).
Este proceso de fijación de las prioridades basado sobre los rendimientos económicos, produce serias brechas en la investigación médica y por último en los nuevos medicamentos. La industria justifica esta estrategia presentando el proceso de desarrollo de un nuevo fármaco como algo largo, costoso y con alto riesgo de recuperar la inversión, sobre todo en tratamientos cuyo mercado se encuentra en países con menor capacidad adquisitiva, lo que justificaría tanto la falta de inversión en aquellos campos de investigación que no son rentables, como los altos precios de los medicamentos derivados de este proceso.
Es conocida la inversión que ha hecho la industria en asentar este principio y desarrollar narrativas que le fueran favorable. En España, la industria farmacéutica sostiene que en 2012 la investigación y desarrollo de un nuevo medicamento suponía un total de 1.172 millones de euros (1.506 millones de dólares), seis veces más que en 1979.
Por otra parte, la industria siempre ha declinado divulgar sus costes e inversión en I+D por producto unitario. Con la escasa información disponible, y basándose en las cifras publicadas en el año 2000, Light & Warburton calcularon una horquilla de costes de entre 3.5 a 4.5 veces más bajo que lo que la industria decía. En un análisis basado en sus 10 años de experiencia en I+D médica para enfermedades olvidadas, la Drugs for Neglected Diseases Initiative (DNDi) reportó un coste de I+D de entre 100 y 150 millones de dólares por entidad química nueva (de 3 a 10 veces menor para la mejora de tratamiento existente).
Otro estudio sobre el coste de desarrollo de la vacuna de rotavirus encontró que las empresas involucradas en el proceso habían recuperado su inversión en menos de 2 años. Con el fármaco para Hepatitis C tenemos un ejemplo parecido. Un estudio publicado por la Universidad de Liverpool en 2014, estimaba que el coste de producción del Sovaldi es de menos de 110€ por un tratamiento de 12 semanas. Si se le añade el porcentaje que la industria dice dedicar a la i+D, el tratamiento de 12 semanas con Sovaldi costaría entre 250 y 300€.
Las cifras de inversión ofrecidas por la industria suelen excluir también la inversión pública en la investigación o el apoyo de I+D asumido por empresas privadas. Sin embargo como ya hemos visto, esta es enormemente dependiente de la investigación básica emprendida o financiada por fondos públicos. Un dato importante es que en 2001, el 84.2% del propuesto global para la investigación básica provino de fondos públicos, frente a un 12% proveniente de la industria. Pero además en el proceso de desarrollo del fármaco la contribución y ayuda pública también está subestimada. En 2011, el 69,5% de la inversión global reportada para el I+D sobre el tratamiento del VIH provino de donantes públicos. Además, estos estudios a menudo no pueden trazar, cuantificar ni incluir las exenciones y deducciones fiscales ofrecidas a las empresas privadas para hacer I+D.
Por muchas de las razones que hemos ido exponiendo en este trabajo, parece fácil concluir que la industria farmacéutica pudiera ser uno de los sectores más rentable del mundo. Hacia esa dirección apuntan los datos, que dicen que en 2013, el sector obtuvo márgenes de beneficios superiores a los de sectores como la banca o la industria petrolera. Según la industria, las empresas farmacéuticas reportan invertir entre el 17% y 19% del total de sus ventas en I+D. Otros estudios muestran que este número estaría más cerca del 10%. En 2013, las 10 compañías farmacéuticas más grandes del mundo sostienen que gastaron una media del 23% de sus ingresos totales en ventas y marketing frente a una media de 15% en I+D.
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